El Cuento de Mi Padre
Este era el cuento que mi padre me contaba de niño, o bueno, mi versión.
Hola, Selvar por aquí.
Hoy te traigo un cuento para niños, el que nos contaba mi señor padre a mi hermano y a mí cuando éramos niños. Bueno… es una versión, en la de él la flor era de cristal y siete colores, yo pasé de largo ese detalle a propósito para darle mi toque a la historia — me siento como si hubiese hecho alguna maldad por eso jeje —.
A nosotros nos contaban muchos cuentos, mi madre tenía una copia de «Había una vez» — como muchas madres cubanas de los 90 — y de ahí salían mil maravillas antes de dormir.
Esta era la edición que ella tenía, encontré la imagen, que podría provocarte un choque de nostalgia si eres cubano/a, en esta web.
Mi padre, que no es que tenga el don de la palabra, contrario a mi madre — ella, como a todos los personajes que comparten su apellido, si la dejan hablar no la matan, la hacen jueza —, si tiene el de contar historias. Se las inventaba en el aire, según él. Y esta que te traigo hoy nos la contó varias veces y a nosotros nos gustaba porque… bueno, porque había magia, espadas — hachas también, a veces, siempre variaba un poco cada vez — y acción.
Te dejo con la historia.
La Rosa de Metal
Por venganza, una bruja desterrada hechizó a la hija del rey. La condenó a ser una estatua de hierro, el hechizó no se rompería hasta que no hubiese en el mundo alguien capaz de traer ante ella una rosa más dura que la princesa. El rey ordenó la captura de la bruja y también mandó a reunir a todos los herreros del palacio para que forjasen una rosa que rompiese la maldición. La bruja se ocultó en una cueva tan intrincada en el bosque que nadie logro encontrarla jamás. La maldición no pudo ser destruida…
Dos años después, un herrero llamado Ilán y su hijo Jack, encontraron un meteorito en una montaña y lo llevaron a su casa. Con una mitad forjaron una poderosa espada, con la que pensaban agasajar al rey. Esta espada era más dura que todas las espadas del mundo. Al enterarse, el rey se fue con su escolta hasta la casa del herrero y, anunciado por sus guardias entró en la forja.
- Su majestad - dijeron el herrero y su hijo arrodillándose.
- Saludos, herreros, he sabido por mis informantes que piensan obsequiarme una espada más fuerte que ninguna otra en el mundo – dijo el rey – ¿es eso cierto?
- Lo es, su majestad, lo es – respondió Ilán
- No se sorprenderá usted de que me intrigue tal cuestión ¿no? –
- Pues, está en todo su derecho – contestó el herrero
- Usted dirá cuáles son sus razones, pero antes, sepa que yo no deseo ninguna espada, fabríqueme una rosa con ese material con el que forjo la espada y le daré todo el oro que pueda imaginar y le concederé un deseo a usted y a su hijo.
Jack y su padre se miraron alegres y con voz muy suave el herrero dijo…
- Alteza, pensábamos obtener algo a cambio de la espada, pero no era oro ni fortunas, tales cosas no son nuestras prioridades. Somos humildes herreros, y no queremos más riquezas que las que podemos conseguir con nuestro trabajo – el rey se asombró mucho de lo que decía el herrero, pero no dijo nada en ese momento – Verá, señor, si algo no podemos conseguir con nuestro trabajos es la libertad, no la nuestra porque ya somos libres, sino la de mi pequeña sobrina que es esclava en casa del marqués… Quizás, si nosotros fabricásemos esa rosa que nos pide, usted podría liberarla ¿Sería usted tan bueno su majestad, lo sería?
El rey no dudo en responder.
- La niña será libre si ustedes forjan la rosa – dijo con voz grave – en una semana vendré a ver si ya han terminado con su trabajo.
Habiendo terminado de hablar, el rey y su escolta se marcharon.
Ilán y Jack estaban muy contentos y con la otra mitad del meteorito comenzaron a forjar la rosa. Trabajaron día y noche durante una semana, en toda la aldea podían sentirse los golpes de martillo que provenían a toda hora de la forja. Muchos fueron los curiosos que pasaron a ver qué forjaban los herreros con tanto afán. Entre ellos un espía de la bruja. Al saber que el rey había visitado a Ilán y Jack, el espía temió que les hubiera pedido que fabricasen una rosa con un metal más fuerte que el hierro. Claro que él sabía que no era fácil encontrar un metal así, pero a la bruja se le había perdido en esos días una estrella con la que vigilaba el reino y eran las estrellas la única cosa más dura que el hierro. Si los herreros la tenían, entonces la bruja debía saberlo cuanto antes.
Al cabo de una semana la rosa estuvo terminada y el rey mandó a buscarla con sus soldados. Ilán y su hijo estaban muy contentos por haber terminado el trabajo, pero cuando le entregaron la rosa a los soldados, esta se desmoronó hasta convertirse en cenizas y una voz horrible se escuchó en todo el reino.
- Nunca tendrán esta rosa, me la he llevado conmigo y la maldición nunca desaparecerá –
El rey, que escuchó la voz en su palacio, se echó a llorar junto a la estatua de su hija y los herreros maldijeron su mala suerte y la de su sobrina con todas sus fuerzas. Mas no se rindieron, su deseo por liberar a la niña era tan fuerte que no podía ser detenido ni siquiera por la bruja.
Ilán tomó su espada, la que había forjado con el meteorito y le dio la que había usado toda la vida a su hijo. Tomaron dos bolsas con comida y montando sobre sus caballos fueron al bosque a buscar a la bruja. Jack era un excelente cazador y supo seguir el rastro de la bruja en el bosque. No fue fácil seguirla, porque ella se había dado cuenta de que la perseguían y había utilizado sus poderes para convertir una enorme roca en un poderoso león, al que mandó a matar a los herreros.
Después de seguir a la bruja todo el día se detuvieron junto a un árbol para comer. No se esperaban que, a pocos pasos de ahí, estuviera esperándolos el león de la bruja. Este caminó despacio entre los arbustos y cuando estuvo bien cerca de los herreros se lanzó al ataque. Sorprendidos, Ilán y Jack sacaron sus espadas y comenzaron a correr entre los árboles, el león siguió a Jack, quién le acertó un poderoso golpe en la cara a la bestia, pero no dio resultado. Con un rápido zarpazo le quitó la espada y justo cuando iba a golpearlo con su otra pata, Ilán le atravesó la espalda al león. Por muy dura que fuera la piedra, nada podía resistirse a la espada del herrero. La bestia se partió en dos y volvió a ser solo roca.
- ¿Estás bien? – le preguntó el padre a su hijo.
- Si, estoy bien, gracias por salvarme – contestó este apoyándose en su padre para levantarse.
- La bruja sabe que la estamos siguiendo, tendremos que tener mucho cuidado a partir de ahora – dijo Ilán.
- La bruja puede mandar diez leones como este, recuperaremos esa rosa a toda costa- dijo Jack.
- Puedes estar seguro de eso, nada es más importante.
Ahora más atentos que antes, los herreros encendieron una fogata y se turnaron para vigilar durante la noche. Mientras tanto, el espía de la bruja, que había visto como habían matado al león fue a contárselo a su ama.
- ¡Señora! – gritó el espía al entrar en la cueva de la bruja.
- Han muerto ¿verdad? – soltó ella – Nadie podría vencer a la criatura que les he enviado…
- ¡No mi señora!… E…. Están vivos – dijo temeroso el espía.
- ¡Qué! – gritó la bruja - ¿Cómo es posible?
- Tienen una espada, una que puede cortar hasta la roca, mi señora – dijo el espía arrodillándose, muerto de miedo.
- ¡Oh, debí haberlo sabido! La hicieron con la estrella que perdí – se lamentó la bruja – Pero no podrán recuperar la rosa, no los dejaré. Los haré perderse en la espesura del bosque, hechizaré los árboles para que no puedan pasar – ahora la bruja reía con maldad y su espía la imitó.
- ¡Hágalo mi señora, hágalo! – soltó este dejándose llevar por el momento.
- Tu calla, vasallo inútil – gritó la bruja y salió de la cueva.
Entonces la Bruja fue al bosque y hechizó a los árboles para que no dejasen pasar a los herreros. Ellos, que pronto sintieron que algo sucedía con el bosque, porque estaban dando vueltas y más vueltas si lograr avanzar, decidieron cortar todo lo que se les interpusiera para así abrirse camino. Se tardaron horas y horas para encontrar la cueva de la bruja, pero su voluntad era muy fuerte, y estaban determinados a salvar a su sobrina.
Cuando llegaron a la guarida de la bruja algo los estaba esperando. Era una serpiente gigante que guardaba la puerta. Espada en mano, los herreros se prepararon para enfrentar a la criatura, esta comenzó a moverse en círculos alrededor de los hombres y cuando estuvo lista atacó. Casi atrapa a Jack, pero este la esquivó saltando. En ese momento Ilán aprovechó para atacar y con un gran golpe de su espada le cortó la cola a la serpiente. Esta gritó adolorida y Jack se lanzó sobre su cabeza, pero la criatura fue más rápida y abriendo la boca de par en par se lo tragó. Ilán, muy asustado cargó contra la serpiente, pero cuando estuvo a punto de golpearla con la espada, esta se retorció y de dentro de su barriga salió Jack abriéndole un agujero con su espada. La criatura cayó muerta y el herrero corrió a abrazar a su hijo.
- Que susto me has hecho pasar – le dijo.
- El susto lo he pasado yo, no sabes que oscuro es ahí dentro – contestó este.
- Por suerte ya todo esto va a acabar, mira, ahí está la guarida de la bruja – dijo Ilán
Justo en ese momento apareció la bruja.
- ¡Ustedes malditos herreros! Han osado seguirme hasta aquí, sepan que no tendrán la rosa que les he robado – dijo ella muy enfadada.
- Bruja, hemos venido hasta aquí sorteando todos los obstáculos que nos has puesto, no nos rendiremos por nada del mundo, o nos entregas la rosa, o caerás ante el hierro de nuestras espadas – contestó Ilán.
- ¡Ja ja ja ja! ¡Ilusos, no saben que mi poder es superior a todo en este mundo! – gritó ella – Son ustedes los que caerán ante mi magia.
- Tú lo has querido bruja – dijo Jack – ¡Que así sea!
Los herreros corrieron hacia la bruja con sus espadas listas para golpear, pero esta lanzó un conjuro que los detuvo, no podían moverse y ella aprovechó para escupirles una gran bocanada de fuego, que los derribó causándoles mucho dolor.
- ¡Ja ja ja ja! – volvió a reír la bruja – ¡No tienen nada que hacer contra mí!
- No estés tan segura – dijo Jack poniéndose en pie junto a su padre – De aquí no nos vamos sin esa rosa.
- ¿Pero qué les pasa? Por qué arriesgan su vida por salvar a la hija del rey, a la que ni siquiera la conocen – soltó ella indignada.
- Nosotros no sabemos nada sobre la hija del rey – dijo Ilán – Queremos la rosa porque si se la llevamos al palacio liberarán a mi sobrina de su esclavitud
La bruja se sorprendió de saber que ellos no venían a salvar a la princesa, pero de todas formas no podía permitir que tuvieran la rosa porque se la entregarían al rey a cambio de su sobrina.
- Aun así, no puedo permitirles que se la lleven – dijo ella.
- Pues entonces no nos dejas alternativa – dijo Jack
Un momento después estaba luchando por alcanzar a la bruja con su espada, esta se defendía con su bastón mágico y cuando vio que Ilán también se disponía a atacarla, levantó una pared de fuego entre ella y los herreros, pero no le sirvió para protegerse, porque nada en el mundo podía asustar a los hombres cuando luchaban por defender a alguien más. Las espadas atravesaron el fuego como dos relámpagos y golpearon a la bruja, que se convirtió en piedra al morir y luego en polvo.
Los herreros recuperaron la rosa de metal y la llevaron ante el rey, este muy agradecido, cumplió su promesa y liberó a la sobrina del herrero. Luego llevó la rosa de metal ante su hija y rezó porque la maldición se rompiese, así fue. La princesa volvió a la normalidad y como los herreros habían demostrado ser muy valientes y gracias a ellos se había roto la maldición, el rey los invitó a que se quedasen a vivir en su palacio. Ilán y Jack, sorprendidos por la idea de vivir en el palacio, decidieron aceptar la propuesta del rey.
Nunca se pudo encontrar al espía de la bruja, pero esta, había desaparecido para siempre.
Jaja ni el viejo Michel se acuerda de esto ya
🤣