Odio como una obsesión paralizante
¡Odio como una obsesión paralizante! Eso es lo que siento por él, por todo lo que me ha quitado… por el daño que ha hecho. #52 El Archivo de Selvar.
Mira mi mundo… ¡Contempla su horizonte manchado de mil colores!
Este es Ogok’Ib y se está cayendo a pedazos.
A lo lejos y sobre mí, la bruma de corrupto arcoíris con sus colores que van de muertos a chillones, colores que no son los que tú conoces, se traga el cielo y la distancia. Hace mucho tiempo que cualquier lugar de Ogok’Ib parece una jaula al interior de la bruma, un bastión que va a donde quiera que vayas y que puede sucumbir en cualquier momento. Vivimos dentro de errantes burbujas de jabón y El Resplandor es quien juega a reventarlas.
Alquimia es esa espada que sostenemos en alto y amenaza con destruirnos, como la espada que se alza a veces contra el pueblo propio. Dependemos de ella para vivir y resistir y al mismo tiempo es su uso lo que alimenta al monstruo etéreo que roe las entrañas del mundo. Ese es el Resplandor; es caos. Todo lo que el Dios de Equilibrio, K’Vasi, colocó en orden el Resplandor lo rompe y subvierte de desagradable y aleatoria manera.
¡Odio como una obsesión paralizante!
Eso es lo que siento por él, por todo lo que me ha quitado… por el daño que ha hecho. Los alquimistas de Ogok’Ib, hijos de K’Vasi, de los que yo soy, al parecer, uno entre los más queridos, estamos dispuestos a luchar para defender hasta la última burbuja errante. Soñamos con asir el corazón de la entidad y estrujarlo con fuerza hasta que sentir que su pulso caótico que deforma al mundo perece. ¿Pero dónde está el Resplandor, cosa sin forma? No puedes atacar a una tormenta o a un volcán en erupción, ante el cataclismo natural solo queda resistir.
Antes de que “la espada” cayera desde otro cielo, nuestra última e inconfesada esperanza era resistir tras mis torres y tras la alquimia de los vindicadores. Arañar, más que arrancar, poco a poco trozos de Ogok’Ib al Resplandor con el poder de la más avanzada alquimia.
Pero ahora que ese ser, perteneciente a un estrato de divinidad que mi pueblo no contemplaba desde la caída de los Anteriores, está entre nosotros y promete abrir el paso entre las dimensiones para nosotros, ahora que a cambio de cargar a la espada de la verdad hasta Alogzui’Gumo, un lugar exterior, se nos ofrece retrasar la muerte de nuestro mundo, ahora que los más grandes alquimistas podrían trabajar unidos para construir un cuerpo puro que nunca haya mentido y que empuñe a la espada Susurradora en su viaje de regreso, ahora que la salvación es alcanzable nos enfrentamos entre nosotros para reclamar la gloria.
El Resplandor debe morir de risa al ver que nos enzarzamos en una letal contienda por el privilegio del poder y el dominio. Es lamentable y no debería ocurrir. La espada Susurradora, Final de la Verdad que contiene todo lo que ese concepto significa, entidad divina por demás, ha caído mal herida hasta Ogok’Ib. ¿Contra qué luchaba? Lo desconocemos, pero necesita regresar a Alogzui’Gumo, donde fue forjada, para sanar. Las heridas limitan sus atributos, no puede regresar por su cuenta y necesita de un cuerpo, que nunca haya mentido para que la lleve a cuestas.
¿Conoces a alguien que nunca haya mentido?
No existe.
Los alquimistas debemos crear un cuerpo con alquimia prohibida por su cuestionable moral. Se nos otorgará permiso y recursos hasta que alguno de nosotros logre crear un homúnculo capaz de llevar consigo a Susurradora.
¡Seré yo quien lo logre!
Ese cuerpo nuevo es mi esperanza, es la esperanza de Muse. Allí salvaré su alma.
(Selvar por aquí. Tengo que aclarar algo con las no-historias de esta y las siguientes ediciones. Voy a estar contestando a las preguntas de la checklist para crear mundos en ellas. Es decir, las no-historias comienzan a exponer las capas más profundas del cosmos en el que ocurren la mayoría de las historias que escribo en El Archivo. Dicho sea de paso que ocultaré información sensible)
No-historias
Sobre la Realidad (1)
Aquí vamos:
No-historia #115
La Realidad no es el nombre que es.
Pero la palabra correcta se ha perdido, o nunca nadie la ha escuchado en realidad.
Nadie de los planos inferiores… claro.
Es Realidad una palabra conveniente entre muchas lenguas, que señala, de forma poco directa, el secreto a voces de que hay algo más grande al exterior de los mundos.
La Realidad es una palabra que no se encuentra en todas las bocas. Pocos mortales conocen esta verdad.
La Realidad es terreno de Dioses y Finales.
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No-historia #116
La Realidad, ese espacio ambiguo en el que coexisten todos los planos que la componen; sus mundos y dimensiones, es obra de Dioses que superan a los Dioses.
Ellos son otra cosa, una cosa incomprensible.
De ellos vienen los conceptos. La existencia son conceptos. La magia es la comprensión de los conceptos.
De ellos también nacieron los Principios, esos tres seres que son todos los conceptos que existen y que viven tras Las Puertas, las puertas de las que habló la profecía… esas puertas por las que se desató la Faull’Ralsó, muerte divina.
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No-historia #117
Los Dioses de la Realidad no son solo ellos, también están los Finales.
Dios es aquello que interpreta o tergiversa todo un concepto divino y puro. Elevado.
¡Sublime!
Dios del Equilibrio es K’Vasi. Dios del Odio es Al’Odi.
Final es aquello que representa todo lo que un concepto es. Todo lo que su existencia puede contener. Final hay uno solo en cada concepto a la vez, como una corona para el rey.
Final de la verdad es Susurradora. Final de la lealtad es un perro de nombre Kuó’K.
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