Una de las primeras ediciones de El Archivo de Selvar habla sobre las escenas de combate en la literatura fantástica. Hoy voy a escribir una de estas escenas. “Larga”, espero que emocionante.
(Las comillas son porque se refiere a que la trifulca será de principio a fin, pero el texto no es que sea muy extenso, es corto en realidad)
En la edición anterior había encuesta, y el tema para hoy es “Cartelito de Continuar Partida”, así que, si no leíste El Archivo del domingo pasado, dale dos minutos de tu tiempo para que puedas entender este: es aquí.
… preparo mi alquimia y la nube se estremece y torna en enjambre de fríos puñales. No saben lo que les viene encima. Primero tengo que matar al flaco y tener cuidado de no permitir que el brujo no tan gordo escape. Al gordo habrá que matarlo también. Solo espero que no tengan ningún Templo con ellos.
Vuelvo a asomarme a la luz desde mi prisión sin puertas en la caverna. Siguen susurrando cosas. El flaco gira la cabeza en mi dirección y me ve, pero no reacciona de inmediato, debe creer que sigo atado. Se pone de pie y los brujos se callan, viene hacia acá. ¿Qué le habrá hecho mirar, el leve tintineo de mis puñales de hielo o el frio que desprenden?
- ¿Por qué me hacen esto? – pregunto fingiendo desconcierto - ¿Juro que le pago lo que le deba ahora mismo? Aquí atrás tengo…
¡Ya está a tiro!
Rozo la naturaleza de mis puñales con un leve tirón de alquimia y cinco dagas vuelan al pecho del brujo flaco. Le di con todos, uno menos. Los otros dos se levantan a voz en grito. El flaco cae de espaldas como una piedra y sus compañeros empiezan a transmutar, pero son alquimistas de Segunda Transformación, sus piedras filosofales no tienen nada que hacer contra la mía de Tercera Transformación. Mi principal ventaja es que yo no tengo que tocar para transmutar.
Llamo al resto de puñales y me rodeo de ellos. Pido a los cinco que se clavaron el flaco que capturen al no tan gordo y empujo otros cuatro contra el gordo. Me quedan ocho en reserva. El no tan gordo transmuta un trozo de metal para hacer un escudo plano tras el que se esconde. Mala elección contra un ataque que busca atrapar. Mis puñales rodean el escudo y van a parar contra la pared de la caverna, a menos de un metro de su objetivo. Se funden con la roca y se extienden hacia el brujo como estalactitas horizontales y llegan a su cuerpo antes de que pueda reaccionar. El brujo no tan gordo chilla de dolor al ser empalado contra la pared por los hombros y rodillas.
El gordo logró repeler mi ataque, pero no sé cómo. Eso no es bueno. Nos acechamos con descarada cautela, a la espera de una oportunidad. Él ha transmutado una piedra de cuarzo grande, la transformó en una serpiente de varias cabezas que se le enrolla por el torso. Eso no explica que mis primeros puñales desaparecieran. Le pido a otro que ataque. El brujo alza la mano derecha y un anillo grueso y negro fulgura con luz gris. Mi puñal se evapora.
- ¡Magia! – gruño por instinto.
Los repulsivos brujos tienen un Templo de Al’Odi con ellos. Siento el instintivo impulso de huir, pero allí está el silbado del Infalible, en el cinturón del flaco. Muy cerca.
- ¿Eres un perro del Rey? – gruñe el brujo.
- No – contesto a la espera de una oportunidad para atacar -, pero si me dejas recuperar mi silbato me iré ahora.
Señalo el silbato en el cinto del flaco y el gordo mira hacia allí.
- ¿Qué pasa con ese juguete?
- Es del Infalible.
El brujo retrocede asustado por la mención de mi patrón. La reacción más prudente. La luz del Templo parpadea y lanzo dos puñales, pero el brujo reacciona a tiempo y los evapora. Creo que le cuesta trabajo utilizar el poder de ese anillo inmundo. Me doy cuenta de algo, la luz gris no le cubre todo el cuerpo, llega hasta las rodillas. El no tan gordo gime adolorido, el gordo mira en su dirección y yo vuelvo a atacar. Tres puñales, uno a la cabeza, otro al pecho y el tercero a la pantorrilla izquierda. Me quedan tres. El Templo se traga los dos disparos más altos y el brujo gordo se las arregla para esquivar el más bajo con un salto torpe. Cae mal, se tropieza contra la pared y lanzo dos puñales contra sus piernas. El brujo baja la mano y bloquea el ataque con la luz, pero alcanzo a cambiar el rumbo de un puñal y lo encajo en el suelo. El brujo deja caer la mano del Templo Anillo, fatigado. Envío mi último cuchillo de hielo contra su cabeza y la serpiente de cuarzo se apresura a bloquearlo. Ya no puede usar el Templo.
- No te quedan carámbanos – dice el brujo mientras intenta enderezarse – Estas…
- Cuenta otra vez – le interrumpo.
Transmuto el puñal que deje clavado en el suelo y lo lanzo contra el brujo. La serpiente de cuarzo bloquea el golpe, pero ya no es sólido, el corro de agua cortante se deja atravesar por la manifestación del brujo y le corta el cuello a su creador.
No pierdo tiempo, corro hasta el cadáver del flaco y le arranco el silbato del cinturón. Soplo y siento, no sé cómo, que él viene en camino.
Pregunta: ¿Reconoces a este personaje del Archivo? Creo que no…
No-historias
Sobre Ogok’Ib (Nota, Ogok’Ib es el mundo en el que ocurre la Historia de Muse, Cixlu y El Infalible)
Aquí vamos:
No-historia #97
Trescientos tres años atrás, El Resplandor apareció por primera vez.
Los alquimistas fueron derrotados desde el primer encuentro con la aberración.
Estudiaron el fenómeno hasta descubrir que la alquimia estaba matando a Ogok’Ib.
Mientras buscaban una solución el Resplandor destruyó, cambió y creció… hasta el fin del mundo.
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No-historia #98
A lo lejos se alzan las torres de hueso en la colina del Gran Alquimista.
Altas, blancas, afiladas y desordenadas. Miles de ellas y cada una era sagrada.
Desde las torres. el Gran Alquimista esparce sus golems. Nadie los ve, pero sus cuerpos devoran la corrupción del Resplandor.
Torres de hueso para frenar la muerte de Ogok’Ib.
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No-historia #99
No solo El Resplandor mora en Ogok’Ib.
Los Anteriores, a los que otros llaman Antiguos, están allí.
Estigma de los dioses.
Hay mucho oculto, preso y latente en Ogok’Ib.
Pronto volverán los dioses a buscar su llave.
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Hasta aquí por hoy. El próximo domingo toca actualizar la guía de no-historias.
Te dejo con el último capitulo de la Novela Heraldo de la Guerra, por si no lo has leído. Puedes encontrar el resto el la Sección de Heraldo de La Guerra.
¡Exijo explicaciones!
Los demonios, los descendientes que gobernaban Kew’Om, habían olvidado a aquellas almas grotescas. Dorák solía pensar que esa era la razón del trato que recibía. “No soy un demonio, tengo solo dos piernas y dos brazos”, se repetía de niño. En el mundo de espejos azules y refulgentes que era La Montaña durante la faull, los cientos de reflejos brumosos c…
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