Fragarach, la espada Susurradora.
Los mitos de Fragarach, las historias de la Espada de la Verdad.
Fragarach, Susurradora o Respondona es una espada de la mitología celta. Su portador original fue Manannán mac Lir, dios del mar, pero varios dioses y héroes mitológicos celtas la portaron en diferentes épocas. Tenía el poder de vetar la mentira a cualquier persona que tocase. Además, podía cortar cualquier cosa y cualquier herida recibida por su filo era letal.
Fragarach ha aparecido muchas veces en la fantasía, tanto en literatura como en el cine o los videojuegos. En mi caso fue la inspiración para uno de los conceptos principales de mi mundo: Los Finales. En «La Realidad», Susurradora es el Final de la Verdad, una espada que contiene todo lo que este concepto significa. Solo puede portarla alguien que nunca haya mentido y, aunque no mata de un solo corte, nadie puede mentir en su presencia y hacerlo luego de haber sido cortado por ella provoca una muerte inmediata.
Susurradora, herida y separada del Dios de la Verdad, cayó en Ogok’Ib, el mundo agonizante bajo el azote del Resplandor. Así inician los acontecimientos relacionados a la «Guerra del Homúnculo», donde Cixlu, El Gran Alquimista; Muse, La Sentencia; y Yan, El Infalible, se enfrentan al Resplandor y al hombre vestido con la noche.
Fragmentos del primer borrador de «La Sutileza del Anhelo».
La espada para romper el cielo. ¿Será eso lo que quieren los alquimistas? Atravesar el cielo y dejar Ogok’Ib, igual que yo. ¿Habrán visto a los Anteriores desaparecer en el horizonte? Si, puede ser, pero no es salir lo que quieren, los alquimistas están ciegos.
Yan, caminaba contra la marea de personas con paso decidido. Una capucha marrón y larga lo cubría por completo, pero lo poco que podía distinguirse de su rostro servía de advertencia: «¡Esta persona es osada!» La espada corta, fina y en forma de triángulo muy agudo completaba el efecto. Yan era osado, y tenía un arma. Los transeúntes lo notaban desde lejos y compartían susurros: «Es él, El Infalible». En torno a Yan la marea de personas se dividía en dos y formaba olas, como el río que se parte ante una piedra muy grande que lo atraviesa.
Las calles de Ib’Canak eran sinuosas, caprichosas en su rumbo errante, adoquinadas y rodeadas de sólidos edificios cuadrados de concreto, con esquinas redondeadas por las columnas que allí se empotraban. Sobresalían poco más de un metro sobre cada edificio, algunos aprovechaban estos salientes para colocar cercas y usar el techo como una habitación más. Primaba el color naranja de las tejas, casi chillón en contraste con el polvoriento gris de las paredes y los adoquines. De las puertas y ventanas colgaban Vasilkas; telas de diversos colores, bordadas casi siempre con hilo negro. La forma de la tela no importaba, el color no tenía un significado puntual, el dibujo bordado era a capricho de su artífice, no había conexión entre ellas, pero todas eran Vasilkas y eso constituía un punto de equilibrio.
Quiero encontrar la espada, sé que han llegado a un pacto con ella. Puede hablar. ¿Qué es esa arma? No alcanzo a verlo, no se me revela. Es preocupante que pacte con los alquimistas, los alquimistas no ven el peligro de los Anteriores. Aunque si pacta con ellos pactará conmigo (…)
(…) Nadie lo notó durante treinta minutos de escabullirse entre terrazas, tal como había decidido que sería, claro está. Los sacerdotes agnósticos se detuvieron en una de las entradas laterales del palacio real, empotrada en una esquina puntiaguda del colosal octágono negro con torres plateadas (…) Poco después de llegar, las puertas se doblaron hacia adentro para dar paso a los sacerdotes y Yan entró por una ventana cercana. Encontraría a Susurradora (…)
(…) Giró el cerrojo, no estaba trancado. La habitación al otro lado también se iluminada por antorchas. El techo era alto y allí cantaban las criaturas. A Yan le gustaban los Us, pequeñas bocas sonrientes, ilusorias y rojas, con pequeños colmillos asomando entre sus labios, aparecían de vez en cuando y se ponían a cantar con sus voces perfectas. Los alquimistas aseguraban que eran emisarios de K’Vasi, estudiaban sus canciones en búsqueda de inspiración. Yan estaba convencido de que no tenían nada que ver con la alquimia o la fe de los sacerdotes, aquellas criaturas exudaban magia antigua, aunque una muy distinta a la de los Anteriores. Los Us lo ignoraron, absortos en su canto, alababan a Susurradora. En el fondo de la habitación había un pedestal de piedra sobre el que descansaba un largo recipiente de metal, sin adornos, pero de un acabado pulcro y regio. Vio la espada sumergida en agua al acercarse.
- Es interesante lo que eres.
El susurro se escuchó en su mente, nítido y melódico.
- Quiero salir, enséñame a atravesar el cielo- le dijo a la espada.
- Eso es mentira.
Yan no entendió las palabras, le parecían absurdas.
- No quieres salir
- ¡Claro que quiero! Es lo que más deseo.
- ¿Por qué quieres salir?
Yan sopesó la pregunta. ¿A dónde quiere llegar?
- Los anteriores pueden hacerlo, son peligrosos.
- Son peligrosos, pero no es la verdad que te motiva.
- ¿Cuál es esa verdad entonces? – replicó Yan molesto.
- No lo sé, no puedo leer tu corazón.
- ¿Entonces cómo sabes si miento?
- Lo sé.
Yan decidió cambiar de enfoque.
- ¿De dónde vienes? ¿Qué hay afuera?
- Respuestas y un camino que transitar.
- ¡Quiero salir!
- ¿Por qué?
- Los alquimistas ignoran el peligro de los Anteriores. No puedo derrotarlos solo, no ahora. Acabas de decir que hay respuestas afuera. Las necesito.
- Esto es más parecido a una verdad.
- ¿Qué te ofrecieron los alquimistas? Yo puedo darte algo mejor.
- ¿Conoces a alguien que nunca haya mentido?
Yan estuvo a punto de responder, pero no conocía a nadie así.
- Es interesante lo que eres, podrías ayudarme con algo distinto.
- ¿Qué dices que soy?
- No digo, pienso. Y no puedo contarte lo que eres, si fracasas se convertirá en una mentira. Yo no miento.
- Yo nunca fracaso.
- Otra mentira.
Sin dudas era una espada molesta.
- Quiero salir ¿Qué quieres a cambio?
Susurradora tardó un poco en responder.
- Estoy herida. Necesito a alguien que no haya mentido. Me podría llevar a Aloxui Gumo, la Piedra de la Verdad, donde fui forjada. Allí sanaría. Los alquimistas me prometieron un cuerpo nacido adulto, lo llaman homúnculo. No es seguro que lo logren. Tú haces que las cosas sean más… probables.
- ¿Si hago que los alquimistas te traigan un homúnculo me llevarás afuera?
- Confío en que lo intentarán con todas sus fuerzas, pero no sé si será suficiente. Tu trabajo será impedir que fracasen. El Resplandor, los Anteriores, son fuerzas que no puedo predecir.
- ¿Puedes leer el futuro?
- No.
- Yo sí.
- No, tú lo… divides.
¿Dividirlo? A Yan le pareció que de algún modo aquello tenía sentido.
- Tenemos un pacto, yo logro que los alquimistas fabriquen el homúnculo, tú me sacas de Ogok’Ib.
- Tienes mi palabra.
Yan se marchó sin más. El próximo paso resonando en su mene: La mujer del Anhelo te buscará donde empieza tu escondite. Espera la sentencia.
Enlaces:
Creo que este es uno de los videos de Youtube que más he visto en mi vida: 10 Armas Legendarias (Incluye a Fragarach)
Hoy me topé con que el primer cuento que leí de
había aprendido a hablar: Escucha lo que dice.Cada vez que
publica un cuento pasan cosas impresionantes: El cuento de Dito.
Muchísimas gracias por la mención, Selvar. Me encanta tu LORE. Flipo con tu imaginación.